El TDAH reúne una serie de premisas que lo convierten en un diagnóstico de riesgo; un porcentaje significativo de afectados sin diagnóstico, ni tratamiento efectivo presentan una mala evolución que se puede traducir en deterioros clínicamente significativos e intensos en áreas vitales, graves repercusiones en la salud del paciente y un gran impacto personal.

Repercusión académica

Un 40% de alumnos afectados tienen rendimiento escolar por debajo de su capacidad intelectual,  alto porcentaje de repetición de curso y de abandono escolar temprano (R.A. Barkley).

Los problemas  inherente al TDAH, complica el cuadro con la aparición de Trastornos Específicos del Aprendizaje (dislexia, discalculia) y Trastornos de Conducta (TC).  La concurrencia con otros trastornos, favorece la aparición de un auto-concepto negativo que se vincula de forma fatídica desde la infancia a la trayectoria evolutiva del niño con TDAH

La prevalencia de fracaso escolar en el colectivo es significativamente alta. El trastorno se considera responsable del 25 % del fracaso escolar en España

Repercusión laboral

El abandono prematuro de los estudios penaliza la formación (nivel académico inferior al esperado en función de su capacidad) y ocupan niveles profesionales inferiores a sus posibilidades reales. La falta de diagnosticado y tratamiento  veta la consecución de metas profesionales más altas.

Repercusión personal

A nivel emocional las desadaptaciones que conlleva, favorece la aparición de un auto-concepto negativo, con el tiempo la autoestima queda minada,  perjudicando el desarrollo personal. Estos problemas se forjan en el niño desde la infancia y una vez implantados son difíciles de modificar. Su influencia y repercusión es transversal en todos los aspectos de su vida y genera sentimientos de falta de valía, inutilidad e incapacidad ante las dificultades.

A nivel de salud, el deterioro emocional ocasiona problemas de salud desde edades muy tempranas (síntomas depresivos  y ansiosos). La alta incidencia de trastornos asociados que arrastra el TDAH junto a una personalidad insegura y vulnerable, facilita que constituyan un colectivo con alto riesgo de abuso de sustancias y patología dual.

A nivel social  ya desde pequeños pueden sufrir rechazo  y aislamiento social. No es infrecuente que tengan pocos amigos o que sean ignorados por sus compañeros en cumpleaños y reuniones.

Repercusión familiar

Tiene un importante  impacto en el entorno más cercano y afecta a todos los miembros de la familia;

Los progenitores evidencian altos niveles de sobrecarga y estrés,  trastornos psico-afectivo y emocional, importantes deterioros en su calidad de vida (numerosas visitas a los servicios de salud, bajas laborales, separaciones de pareja, etc.)

La prevalecía de los trastornos de ansiedad y depresión entre los padres de un niño/adolescente afectado, es superior a la población general.  Un 80% padres sufren ansiedad y 25% sufren depresión, preferentemente las madres (J. Bernal 2006).

Entre los matrimonios en los que algún cónyuge está afectado existen altos porcentajes de insatisfacción conyugal, separaciones,  divorcios y dificultades en las relaciones parentales. El porcentaje de familias monoparentales no es desdeñable en el colectivo.

A pesar de las abrumadoras evidencias científicas, el trastorno arrastra un arsenal de tópicos y un gran desconocimiento incluso entre profesionales, lo que provoca un dramático infra-diagnostico que interfiere de forma determinante en el abordaje y la evolución.

Atendiendo a los indicadores de prevalencia reconocidos en la Guía de Práctica Clínica del Ministerio de Sanidad, existe un porcentaje  relevante de afectados sin diagnosticar y privados de recibir un tratamiento adecuado (sólo se diagnostica al 1-2% y se trata de forma efectiva a 1 de cada 7 afectados). En los últimos años ha mejorado el diagnóstico y tratamiento en la infancia pero todavía queda mucho por hacer en la adolescencia y sobre todo en la edad adulta

En la infancia el niño con predominancia de desatención TDA, sigue pasando inadvertido y arrastra su trastorno durante años. El niño que presenta un cuadro combinado, es tachado de vago, desobediente y castigado injustamente por los síntomas que presenta.  Sin embargo, él es la primera víctima de su trastorno, los síntomas que exhibe no son ni deseados, ni voluntarios y mucho menos intencionados.

Por encima de 8-9 años, el retraso en el diagnóstico pasa factura;  la afectación del auto-concepto es un hecho, el trastorno amenaza la  auto-confianza y mina la autoestima.  Repercute en las relaciones con  todo el entorno, con demasiada frecuencia se enturbian las relaciones, familiares, escolares y sociales (castigos, burlas y  rechazo).

Tener un diagnóstico clínico y trasladar al centro escolar el informe pertinente,  tampoco es  garantía de mejor evolución ya que no siempre son atendidas las necesidades de estos alumnos en el aula; y en casa no es raro que la falta de formación  de los padres sobre el TDAH provoque  un manejo inadecuado del mismo. Estas situaciones  de desatención en las áreas más importantes de la vida del niño, comprometen seriamente la evolución del cuadro.

Cuanto mayor es la gravedad de los síntomas en la infancia y adolescencia, mayor es la repercusión y el deterioro en la edad adulta. No hacer nada para modificar la evolución del trastorno tiene un alto riesgo e importantes consecuencias en las siguientes etapas evolutivas.

El diagnóstico en la edad adulta es muy  escaso,  está infravalorado el riesgo de padecerlo (en adultos la prevalecía se sitúa en un 4% pero solo se diagnostica el 0, o5%). Las razones del  infra-diagnóstico son múltiples; complejidad del cuadro por la aparición de trastornos asociados,  mayor dificultad para conseguir un diagnostico diferencial certero., más dificultad para acceder a un profesional médico cualificado y con experiencia, etc..

Patologías asociadas

La falta de detección, incrementa la probabilidad de que el paciente desarrolle patologías asociadas que enmascaran el cuadro inicial y dificultan el diagnóstico, empeoran la evolución y la respuesta al tratamiento.

La gravedad de los síntomas en las primeras etapas del desarrollo constituye el mejor factor indicativo de aparición de trastornos asociados. Aproximadamente 2/3 de los niños afectados presentan trastornos asociados  a lo largo de su vida. La ausencia de diagnóstico y tratamiento multiplica el riesgo de sufrir otros trastornos;  estos pacientes tienen 6 veces más probabilidades que la población general de tener otros trastornos psiquiátricos asociados (Soutullo Esperón 2011)

Patologías asociadas con más frecuencia

Trastornos de Aprendizaje (lectura, calculo) un 47%. En los alumnos con TDAH la presencia de T. Aprendizaje es 7 veces superior que la población general.

Trastorno Oposicionista Desafiante entre el 30 y el 50%.  TOD lo desarrollan 1/3 de los afectados, con más frecuencia niños. Hasta un 40% de los niños con estos 2 trastornos asociados  pueden evolucionar hacia Trastorno de Conducta Se hace necesario evaluar  la existencia de TOD tan pronto como el niño o adolescente sea diagnosticado de TDAH.

Trastorno de Conducta Disocial  (TC) entre el 20-50%. La concurrencia con TDAH favorece la aparición de otros trastornos como el Trastorno por Uso de Sustancia  (TUS). Esta cadena de trastornos asociados abocan al afectado si no existe intervención, al desarrollo de conductas delictivas en el futuro.

Trastornos  afectivos un 25%. Existe una relación significativa entre el TDAH y el riesgo de sufrir un trastorno de depresión mayor o distimia y emerge tras años de presencia del TDAH.  En niños la presencia de síntomas depresivos empeora los problemas atencionales, altera el sueño y el apetito. Los problemas de comportamiento en estos niños pueden enmascaran síntomas de depresión. El trastorno por depresión es 5 veces más frecuente en jóvenes con TDAH y el curso psicopatológico es más grave y con mayor riesgo de deterioro a largo plazo.

En adultos con TDAH el porcentaje de afectados es significativamente mayor que en la población general, entre el 20 y 30% los trastornos de depresión mayor y 20-35% las distimias. La  alta comorbilidad del TDAH con trastorno depresivo se ha asociado a un posible trastorno de la desregulación emocional, sobre todo si está presente también un TC.

Un 25% de los niños/adolescentes con el trastorno desarrollan trastorno de ansiedad. Los adolescentes con TDAH se revelan como un colectivo con más alto nivel de ansiedad y en los adultos con TDAH, el trastorno por ansiedad alcanza hasta un 40%.

Trastorno por Abuso de Sustancias  (TUS) un 40%.  Existe una preocupante comorbilidad entre TDAH y TUS. Padecer el trastorno en la infancia es un factor de riesgo de TUS (nicotina, alcohol, marihuana, cocaína) en la adolescencia y en la edad adulta.  La presencia de TDAH define una alta vulnerabilidad e incrementa en más de dos veces el riego de padecer TUS. Su prevalencia en personas con TDAH casi duplica el porcentaje  de personas sin trastorno. Tener el trastorno se asocia con un inicio más temprano del uso de sustancias, un mayor número de diagnósticos comorbidos con TUS y mayor dificultad para mantener la abstinencia tras las terapias de desintoxicación.

En estudios de patología dual se ha constatado que en pacientes atendidos por abuso de sustancias es más frecuente la presencia de cuadros de TDAH asociado a  TC en la adolescencia o un Trastorno de Personalidad Antisocial en la vida adulta.

Para los especialistas el consumo de drogas en la adolescencia y en la edad adulta es uno de los mayores riesgos asociados al TDAH.

Estudios recientes (Russell Barckley 2010) parecen indicar que además del alto índice de comorbilidad del TDAH con otros trastornos psiquiátricos, lo más preocupante es que los trastornos asociados parecen tener un crecimiento exponencial.

Más del 80% de los casos de TDAH estudiados tienen al menos un trastorno asociado.

El 50 % de los casos estudiados tienen  dos trastornos concurrentes.

Y más de 1/3 arrastran tres trastornos asociados al TDAH.

Consecuencias del desconocimiento del trastorno

A pesar de la alta prevalencia del TDAH el desconocimiento, la incomprensión y el escepticismo  sobre el trastorno es la dura realidad con la que tienen que enfrentarse los afectados y sus familias.   Estudios realizados en España  (Proyecto PANDAH: situación del TDAH en España  2011) revelan que  solo un 4% de los encuestados reconocían el término TDAH y un 33% consideraba que el TDAH se debía a un entorno familiar o escolar desorganizado y un 25 % considera que es un problema leve que desaparece con la edad. La conclusión es que el 96% de las personas en España no saben responder qué es, de forma espontánea.

La falta de formación y atención del entorno tiene enormes repercusiones y consecuencias negativas directas sobre la persona afectada, su familia y todo su entorno, que se ve obligado a soportar el estigma, la incomprensión y la falta de conocimiento  del trastorno.


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