¿Quién debe hacer el diagnóstico?
Cuando padres y/o profesores sospechan que el niño puede presentar trastorno por déficit de atención e hiperactividad, suelen acudir al orientador del colegio. El equipo de orientación del centro escolar, debe ser el profesional que mejor conoce las dificultades del alumnado: con necesidades específicas de apoyo educativo ACNEAE y con necesidades educativas especiales ACNEE. Si después de realizar algunas pruebas y con la información del profesor de aula, este profesional sospecha que puede cumplir criterios de TDA-H, rellenara una hoja de derivación con los resultados y aconsejará a la familia la evaluación de un profesional clínico especializado. El diagnóstico SIEMPRE debe ser realizado y confirmado por un especialista clínico ya sea el pediatra (si conoce y domina el trastorno), el psiquiatra infantil y/o el neuropediatra.
Reuniendo la información que le proporcionan padres, profesores y orientador escolar, el especialista podrá realizar un buen diagnóstico diferencial que determine:
- Si se trata de TDA-H o de otro trastorno.
- En qué medida y en qué áreas afecta al niño.
Realizará el diseño del tratamiento y la intervención más adecuada para cada caso concreto.
¿Cuándo se diagnostica el TDA-H?
En algunas ocasiones los padres sospechan que “pasa algo” desde edades muy tempranas. En la etapa de Educación Infantil son los profesores los pueden comparar con otros niños de la misma edad e intuir la existencia del trastorno, si lo conoce. En general, es alrededor de los 6-7 años cuando se diagnostica con más frecuencia debido a que en esta edad el aumento de exigencias escolares y sociales provoca que las dificultades del niño con TDA-H sean más evidentes y los síntomas “se vean” con más claridad.
Es fundamental un DIAGNOSTICO PRECOZ que facilite una INTERVENCION TEMPRANA.
¿Por qué es tan importante un diagnostico precoz y una intervención temprana?
El pronóstico del TDA-H está directamente relacionado con la precocidad con que sea diagnosticado, y con la intervención que se realice.
Los síntomas del trastorno, lejos de disiparse con el tiempo, se incrementan y se complican, si no se diagnostica y se trata correctamente.
La falta de conocimiento del trastorno, por parte de los adultos que rodean al niño (padres y profesores), genera una enorme repercusión emocional, familiar, académica y social en el afectado.
La falta de intervención y de tratamiento adecuado en la infancia, provoca con el tiempo un agravamiento de los síntomas y favorece la aparición de otros trastornos asociados o derivados (ansiedad, depresión, trastornos del aprendizaje, de la conducta etc.).
A pesar de que con frecuencia se oye hablar de sobrediagnóstico, solo la mitad de los niños con este trastorno están diagnosticados y de estos, solo 1 de cada 4 reciben tratamiento adecuado.
¿Cómo evoluciona si no se diagnostica ni se trata adecuadamente?
Los adultos que sufren TDA/TDAH si no son diagnosticados ni tratados pueden tener consecuencias negativas a corto, medio y largo plazo que pueden ser devastadoras tanto para el afectado como para su familia. La falta de actuación o de la actuación inadecuada dificulta enormemente que las personas afectadas alcancen los niveles de desenvolvimiento personal, escolar y social que les corresponden.
El TDA/TDA-H es un trastorno complejo y difícil de diagnosticar. Debe ser tomado muy en serio; ignorar su existencia o pensar que es un problema pasajero propio de la infancia que desaparecerá con el tiempo puede tener graves consecuencias en el futuro del afectado y repercusiones emocionales, familiares, escolares, sociales y laborales. La mayoría de los adultos desarrollan estrategias para paliar la disfunción que les genera su trastorno en el día a día pero otros sucumben ante las dificultades.
No debemos olvidar que es un trastorno de naturaleza crónica que comienza a manifestarse en la infancia y cuyos síntomas afectan negativamente al rendimiento escolar del niño y a su desarrollo emocional y social. Los síntomas se modifican y evoluciona con la edad, pero en un alto porcentaje de casos, algunos síntomas y los problemas derivados del propio trastorno perduran en la edad adulta.
El trastorno es tratable y tiene un buen pronóstico, aunque este depende de:
- La precocidad en el diagnostico.
- La idoneidad del tratamiento.
- La constancia en el tratamiento con la ayuda, paciencia y comprensión de los padres.
- La comprensión y actuación frente al trastorno en la escuela por parte de los profesores, cuya actitud y colaboración es fundamental para la buena evolución.
- La intensidad con que se presenten los síntomas y la presencia o no de otros trastornos asociados (ansiedad, depresión, trastornos de aprendizaje, etc.).
